En el contexto global, mientras muchas ciudades enfrentan la escasez de viviendas y precios elevados, Chile experimenta una situación única con un exceso de departamentos sin vender. Esta realidad se ha intensificado tanto que el gobierno ha considerado comprar algunos de estos inmuebles para mitigar el problema.
La crisis del sector inmobiliario en Chile se debe en gran medida a condiciones hipotecarias restrictivas y a las altas tasas de interés, las cuales han alcanzado su nivel más alto en 14 años, lo que ha restringido significativamente la compra de viviendas. Como resultado, los promotores inmobiliarios enfrentan un número sin precedentes de apartamentos vacíos, lo que implica continuar pagando por su mantenimiento mientras encuentran compradores.
El impacto de esta sobreoferta es considerable. Los precios de las viviendas están cayendo, y el desempleo en el sector de la construcción se mantiene elevado. Además, varias empresas inmobiliarias han quebrado; el año pasado, 137 constructoras y 15 promotoras quebraron, y otras ocho constructoras tuvieron que reestructurar sus negocios.
Esta situación ha llevado a los expertos y líderes de la industria a reconocer que el negocio inmobiliario en Chile está cambiando. Luis Carreño, fundador y consejero delegado de AThink Desarrollos Inmobiliarios, ha indicado que la industria no volverá a ser la misma, sugiriendo un cambio permanente en el paradigma del mercado inmobiliario del país.
El exceso de viviendas no se limita a segmentos de lujo; de hecho, cerca de dos tercios del inventario está destinado a la clase media. Esto ha generado un stock récord en Santiago, con 68,000 viviendas sin vender a mediados del año pasado, cifra que apenas se ha reducido a 66,000. Según estimaciones de la industria, al ritmo actual, tomaría aproximadamente dos años y medio vender todos estos inmuebles.
La debilidad de la industria ha causado preocupación incluso a nivel gubernamental. Rosanna Costa, presidenta del Banco Central, y el ministro de Hacienda, Mario Marcel, han expresado su inquietud por el estado del sector. Esta situación ha llevado al gobierno a considerar la compra de casas valoradas entre 1.600 y 1.800 unidades de fomento para ayudar a estabilizar el mercado.
Este escenario también ha sido influenciado por factores externos como los retiros de AFP, que han acelerado la inflación y llevado a un mercado de capitales más pequeño y estancado. El aumento de las tasas de interés, hasta un máximo de 11.25%, ha llevado a un incremento correspondiente en las tasas hipotecarias, lo que ha desalentado aún más la compra de viviendas nuevas.
En respuesta a la crisis, los desarrolladores están adoptando nuevas estrategias, como la construcción de arriendos en lugar de ventas y el rediseño de proyectos para hacerlos más accesibles y fáciles de vender. Sin embargo, estas medidas aún enfrentan desafíos significativos para revivir completamente la industria.
En resumen, la industria inmobiliaria de Chile atraviesa una crisis profunda que requiere no solo soluciones creativas y estratégicas por parte de los promotores, sino también un apoyo continuo y efectivo por parte del gobierno y otros actores del sector para superar estos tiempos difíciles y establecer una base más sólida para el futuro.
 
								 
													


